EL RETO SOSTENIBLE. ALGO MÁS QUE AHORRO ENERGÉTICO.

Hoy en día plantear la construcción de una vivienda es un reto. No sólo por la aventura de la autopromoción cuando es el caso, sino por todas las consideraciones necesarias a tener en cuenta.

Una de las primeras preguntas como arquitectos a nuestros clientes es ‘dónde quieres vivir’. La respuesta es amplia y pretende establecer una reflexión sobre si tienen todas las respuestas a como quieren que sea su futuro hogar. De forma inmediata a la cuestión habitualmente aparecen términos ligados al diseño, la forma e incluso la funcionalidad.

A poco que nos adentramos en la pregunta surgen otras claves que para nosotros conforman el punto de partida: confort, habitabilidad, ahorro, futuro. Todos tenemos claro que queremos una casa agradable de ver, atractiva, funcional y cómoda, pero algunos, hasta que no nos ponen en la situación, no somos del todo conscientes de la importancia que tienen otros aspectos.

Desde hace algo más de una década, encaminado por las directrices europeas, el Código Técnico de la Edificación empezó a marcar unas exigencias en cuanto a ahorro energético de las edificaciones. De forma progresiva se ha ido incrementando el estándar de construcción para cumplir con lo establecido en la normativa -que marca los parámetros de la vivienda más básica que te puedes hacer-, lo que se ha traducido, dicho de forma básica, en la mejora sustancial del aislamiento de la envolvente (con el tiempo se ha demostrado que las primeras exigencias no eran tan desproporcionadas tal como se veía desde el sector), la estanqueidad y la eficiencia energética de las instalaciones. Las dos primeras pretenden minimizar las pérdidas de energía, mientras que la mejora de las instalaciones pretenden reducir el consumo de energía necesario para que la vivienda se encuentre en las condiciones de bienestar térmico que establece el CTE.

Estas medidas van orientadas hacia la construcción de casas pasivas -últimamente en las noticias se habla del sello passivhaus, que es una certificación privada-, donde el consumo de energía es muy bajo sin sacrificar el confort térmico. La inversión inicial en este tipo de viviendas es mayor al de una edificación estándar debido principalmente al incremento de las partidas de aislamiento, carpinterías exteriores, determinados detalles constructivos y de las instalaciones de ventilación (obligatorio para poder acercarse al concepto de casa pasiva contemplar ventilación mecánica con recuperación de calor), climatización y ACS.

El CTE establece la obligación para las viviendas en Granada de tener un contribución solar mínima del 60% para ACS, lo que se traduce habitualmente en colocar dos placas solares térmicas con un acumulador para que al menos el 60% de la producción de agua caliente sanitaria se realice mediante energía renovable.

Hay otras alternativas para cumplir con el objetivo de consumo de energía renovable: biomasa, placas fotovoltaicas, geotermia, aerogeneradores de 5/10KW (muy poco comunes) y aerotermia*.

*La aerotermia propiamente dicha no es una energía renovable, sino que es una instalación de climatización y ACS que por el alto porcentaje de rendimiento que se consigue de la energía eléctrica, se puede justificar como aporte de energía renovable.

El tránsito hacia la construcción de edificaciones pasivas como norma lo entendemos como fundamental y debería realizarse un esfuerzo desde las administraciones para facilitarlo. Pero hay un aspecto que no se está planteado apenas y debe vertebrar la actividad edilicia del futuro próximo: la construcción sostenible.

Estamos muy familiarizados con el concepto de huella de carbono, es la herramienta principal que tenemos para medir el factor de sostenibilidad (ambiental) de cualquier actividad, sin embargo en la edificación -como en tantas otras cosas- no la estamos considerando con la importancia que tiene. Se dice de forma habitual que la construcción ha evolucionado muy poco en los últimos 100 años y si se compara con otros sectores es muy evidente. La próxima revolución tiene que ser hacia la sostenibilidad y para ese trayecto es necesario no sólo avances tecnológicos en materiales e instalaciones sino también en la toma de conciencia de que la construcción sostenible es el objetivo.

Como arquitectos tenemos que dar todas las herramientas/soluciones posibles a quien quiere hacerse una casa eficiente y sostenible, hablando de autopromoción, y la sostenibilidad no es solo hacer una casa pasiva sino también cómo la haces. Para ello como técnicos debemos plantear los tipos constructivos a utilizar, desde la cimentación hasta el tipo de revestimiento exterior, haciendo partícipes a los futuros habitantes de como repercuten las decisiones tomadas en la huella que deja su vivienda.

La idea de que las viviendas son para siempre no es acertada. La realidad es que todas las edificaciones tienen un determinado tiempo de vida y se debe construir con la comprensión de que las intervenciones de hoy serán un problema a resolver mañana, por lo que tenemos la obligación de plantear todo su ciclo de vida, pensar qué sucede cuando se agota y que se tendrá que hacer con los residuos generados.

Nuestra conclusión es que hay que profundizar no sólo en el resultado de los proyectos, sino en cómo se hacen y qué será de ellos dentro de 50, 100 o 200 años. Nuestra aspiración como técnicos es acompañarte en ese apasionante camino que te lleva a tu futura casa.

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